La llamada del coraje - Reseña crítica - Ryan Holiday
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La llamada del coraje - reseña crítica

La llamada del coraje Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Desarrollo personal

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN:  9789871941766

Editorial: Conecta

Reseña crítica

En este fascinante libro, Ryan Holiday nos presenta una perspectiva única sobre el coraje y cómo podemos cultivarlo en nuestras vidas. A través de sabias enseñanzas, invita a enfrentar nuestros temores, a abrazar los desafíos y a tomar decisiones audaces que nos lleven hacia un crecimiento personal y profesional significativo.

"La Llamada del Coraje" muestra cómo aquellos que han dejado una huella duradera en la historia han enfrentado adversidades con valentía, convirtiendo cada obstáculo en una oportunidad para brillar. ¿Estás listo para dejar huella? ¡No te conformes con una vida mediocre!

La virtud

Aristóteles describió la virtud como una especie de oficio, algo a lo que aspirar, como uno aspira al dominio de una profesión o una habilidad. “Los hombres se convierten en constructores construyendo y los citaristas, tocando la cítara”. Pues bien, del mismo modo nos convertimos en personas justas al realizar acciones justas y valientes. La virtud es algo que hacemos. Es algo que elegimos. Es un reto diario al que nos enfrentamos no una sola vez sino continuamente, en repetidas ocasiones. 

No importa si eres hombre o mujer. No importa si eres fuerte o muy tímido, si eres un genio o si tienes una inteligencia media. La virtud es un imperativo universal. Las virtudes están interrelacionadas y son inseparables, aunque se diferencian unas de otras. Hacer lo correcto casi siempre requiere coraje, del mismo modo que la disciplina es imposible sin la sabiduría para saber elegir. 

¿De qué sirve la sabiduría si no nos hace más humildes? ¿De qué sirve el coraje si no se aplica a la justicia? 

El coraje

Coraje solo hay uno. Durante mucho tiempo se ha sostenido que existen dos tipos de coraje: físico y moral. El coraje físico es un caballero que entra en combate al galope. Es un bombero que corre hacia el edificio en llamas. Es un explorador que parte al Ártico desafiando a los elementos. 

El coraje moral es un denunciante de una práctica ilegal que se enfrenta a grandes intereses. Es quien cuenta la verdad que nadie está dispuesto a contar. Es el emprendedor que monta un negocio por su cuenta a pesar de los obstáculos. El coraje marcial del soldado y el coraje mental del científico. Pero no hace falta ser un filósofo para ver que en realidad hablamos de lo mismo.

No hay dos tipos de coraje. Solo uno. El que te empuja a jugarte el pellejo. En algunos casos en sentido literal, hasta fatal. En otros en sentido figurado, o económico. El coraje es riesgo, sacrificio, compromiso, perseverancia, verdad, determinación. Es cuando haces lo que otros no pueden o no quieren hacer, cuando haces lo que la gente cree que no deberías o no puedes hacer. 

El coraje nos llama a cada uno de un modo distinto, en momentos distintos y de formas distintas. Pero la llamada siempre viene de dentro. Primero, nos llama a superar el miedo y la cobardía. Luego nos llama a ser valientes, a imponernos a los elementos, a la adversidad, a nuestras limitaciones.

Por último, nos llama al heroísmo, tal vez por un solo instante de esplendor, cuando nos llama a hacer algo por alguien que no somos nosotros. Sea cual sea la llamada que oigas ahora, lo importante es que respondas. Lo importante es que acudas a ella. En un mundo feo, el coraje es bonito. Gracias a él existen cosas bonitas.

En la actualidad, cada uno de nosotros recibe su propia llamada: a servir, a arriesgarse, a desafiar el statu quo, a entregarse a algo cuando otros se dan a la fuga. 

Dependiendo de nuestra posición y de lo que queramos hacer, la resistencia a la que nos enfrentemos podrá ser unos simples incentivos, o violencia directa. El miedo se hará notar. Siempre lo hace. ¿Dejaremos que nos impida responder a la llamada? 

El miedo

Es imposible vencer a un enemigo que no entiendes, y el miedo, en todas sus formas, del terror a la apatía, pasando por el odio y la falta de ambición, es el enemigo del coraje y tienes que comprenderlo.

Los valientes no están exentos de miedo; ningún humano lo está. Antes bien, su capacidad para superarlo y dominarlo es lo que los convierte en seres extraordinarios. De hecho, hay que decir que la grandeza es imposible si eso no se consigue.

Es fácil asustarse, sobre todo últimamente. La tensión se puede disparar en cualquier momento, la incertidumbre flota en el aire. Un susto es una emoción repentina y pasajera. El miedo es un estado de ánimo, y permitir que te domine es una vergüenza.

Uno te ayuda, te mantiene alerta, te despierta, te informa del peligro. El otro te limita, te debilita, incluso te paraliza. En un mundo incierto, en una época de problemas espinosos y complicados, el miedo es un estorbo. 

Necesitamos analizar lo que tenemos delante. La parte de tu cerebro que ve lo peor, que se imagina la situación más disparatada y no deja de subestimar tu capacidad de lidiar con ello no es tu amiga, tampoco es la verdad. Desde luego, ¡no te hace más valiente!

En la raíz de casi cualquier miedo está lo que los demás pensarán de nosotros. Es paralizante, y distorsiona el tejido de la realidad: nos hace comportarnos de formas tan irracionales y cobardes que resulta difícil de describir.

La paradoja, es que casi todo lo nuevo, lo admirable, se ha hecho a pesar de las enérgicas objeciones del statu quo. La mayoría de lo que ahora se valora ha sido despreciado en el momento de su creación por personas que ahora fingen que eso nunca ha ocurrido.

A menudo no tenemos la capacidad o la disposición necesaria para ver que las objeciones no son más que un bache que hay que superar. Los obstáculos, los enemigos, los críticos no son tan numerosos como creemos. 

Tememos que pase algo malo, que las cosas no salgan bien. Pero nuestros miedos no son concretos; son sombras, ilusiones, refracciones que captamos o que atisbamos de manera fugaz. Eso se tiene que acabar: aquí y ahora.

Trascendiendo el miedo

No te preocupes por si todo será difícil. Porque lo será. Antes bien, piensa que eso te ayudará, por eso no tienes que temer. Nuestros cardenales y cicatrices se transforman en una armadura. Nuestros esfuerzos se convierten en experiencia, nos hacen mejores.

El riesgo es una característica, no una traba, que no te asusten las dificultades. No importa quién seas; quizá tengas algo de lo que preocuparte. ¿Y nos ayuda esa preocupación? No. Nos distrae y obsesiona. 

Cuando nos imaginamos de todo, cuando no dejamos de dramatizar, nos desanimamos y tenemos más miedo. ¿Y si nos centramos en lo que tenemos que llevar a cabo y lo hacemos? Estamos demasiado atareados para preocuparnos, demasiado atareados trabajando.

Vamos por la vida de dos formas. Elegimos entre un par de verdades efectivas: tenemos la capacidad de cambiar nuestra situación o estamos a merced de ella. Podemos confiar en la suerte… o en la causa y el efecto. Claro que el hecho de que creas que puedes hacer algo no quiere decir que sea así. Pero si no crees que puedes hacer algo, si te da miedo, es poco probable que puedas hacerlo.

Los valientes no desesperan, creen que hay cosas por las que vale la pena morir; que existen el bien y el mal. Saben que en la vida hay problemas, pero prefieren formar parte de la solución que ser espectadores. Todo crecimiento es un salto al vacío. Si te da miedo, jamás harás nada que valga la pena. Si te dejas asesorar por tus miedos, nunca darás el paso, nunca saltarás.

Si el miedo es uno de los motores de tu vida, teme lo que te perderás y lo que pasará si no actúas. Teme lo que pensarán de ti más adelante por no haber arriesgado casi nada, piensa en el terrible coste de apostar poco. El miedo que sientes es una señal, si la vida nunca te exige coraje, vives una vida aburrida.

Las decisiones 

Lo que nos da miedo es tomar la decisión equivocada, meter la pata. Las posibles consecuencias involuntarias. Muchas opciones. Pocas fáciles. Ninguna clara. Todas dan miedo, atormentan, como dijo Shakespeare, “como una visión o como un horrible sueño”.

Nos decimos que estamos pensando, que estamos sopesando las opciones, que estamos haciendo progresos. Sin embargo, lo cierto es que estamos paralizados por el miedo. Desbordados por las opciones y las dudas, por el pánico a equivocarnos. 

Nos decimos que son opciones, cuando en realidad se trata de parálisis por análisis, y lo que hacemos es deprimirnos. Pero si no eliges, ¿puedes perder? Por supuesto. Pierdes el momento, y la capacidad de mirarte al espejo.

Nada puede garantizar el futuro por el que estás dispuesto a aplazarlo todo. Este instante, el presente que estás desaprovechando, ya sea la oportunidad de hacer algo arriesgado y divertido, o la llamada a embarcarte en algo terrible pero justo, es lo único que tienes.

Nos gusta pensar que podemos llevar una vida extraordinaria tomando decisiones ordinarias, pero no es verdad. De hecho, las decisiones seguras, recomendadas por los expertos, las que nadie critica, nos hacen increíblemente vulnerables en momentos de caos y de crisis.

Nadie puede decirte qué será de ti. Pero afírmate con coraje: “No estoy seguro, pero saldré adelante con el alma intacta. Pondré al mal tiempo buena cara. No tendré miedo”.

Ninguna norma es perfecta, pero esta funciona: nuestros miedos nos apuntan como una flecha en dirección a lo correcto. Una parte de nosotros sabe lo que debemos hacer, pero otra nos recuerda las consecuencias inevitables. 

El miedo nos alerta del peligro, pero también de la oportunidad. Si no diese miedo, todo el mundo lo haría. Si fuese fácil, no implicaría crecimiento. Dicen que no hay que dejarse asesorar por los miedos, pero quizá debemos escucharlos con atención para hacer justo lo contrario.

No importa quién ni cuántos te ataquen; tienes que ser tú mismo. El coraje de ser distinto es el coraje de pensar de forma diferente, de ver lo que los demás no ven, de oír lo que los demás no oyen. Sé original, sé tú mismo. Ser alguien ajeno a ti es de cobardes. No dejes que la opinión de los cobardes influya en lo que piensas o haces.

La preparación te hace valiente

El entrenamiento no es exclusivo de los deportistas o los soldados, y es la clave para vencer el miedo en cualquier situación. Aquello que no esperamos, aquello que no hemos practicado, cuenta con ventaja sobre nosotros. Podremos responder a aquello que hemos previsto.

Podemos manejar lo que conocemos. El peligro se puede mitigar mediante la experiencia y el entrenamiento. El miedo lleva a la aversión, y ésta a la cobardía. La repetición lleva a la confianza, y ella al coraje. Los conocimientos son útiles, pero la preparación te hace valiente.

Empezar por lo pequeño para conseguir algo grande. Tus faros iluminan solo una parte de la oscura carretera que se extiende delante de ti, pero con eso te basta para avanzar y progresar de manera continua.

Aunque el miedo quiere que te pases el día deliberando, el coraje sabe que no es posible. No solucionarás un problema debatiendo sobre él, sino decidiendo lo que vas a hacer y luego poniéndolo en práctica. No se trata de decidir por decidir, sino de tomar la decisión adecuada ya. Y si te equivocas, vuelve a decidir con el mismo coraje y claridad.

Hacer las cosas porque sí no es de valientes. Poco valor hay en buscar bronca, y jugar a la ruleta rusa no tiene nada de admirable. No hay gloria en ganar una batalla, física o verbal, para fomentar fines inmorales. Y nada es más inmoral que un conflicto innecesario.

Una retirada requiere coraje: hay que estar dispuesto a hacer el ridículo, a ser criticado, a asumir la responsabilidad, a hacer lo que sabes que es correcto. 

Si actúas desde el miedo o el egoísmo, no lo entenderás. Es mejor ganar sin luchar: hacerlo de tal forma que el enemigo pierda antes de empezar.

Notas finales

Te llamarán loco, porque el coraje es de locos. Tenemos que estar dispuestos a que nos vean así, no podemos tener miedo de ser nosotros mismos. Tenemos que empeñarnos en ello. A pesar de los costes, de la resistencia y del miedo. No será fácil, pero valdrá la pena.

No podemos limitarnos a esperar ser valientes cuando la ocasión lo requiere. Es una cualidad que debemos cultivar, haz algo que te dé miedo todos los días. 

Tenemos que dejar de pensar en el coraje como lo que tiene lugar en el campo de batalla o en un autobús durante el movimiento de los Viajeros de la Libertad. También es no tener miedo a tu jefe, o a la verdad. 

Es la decisión de seguir tu vocación creativa. Es poner límites éticos, o ser un bicho raro si así es como eres. Es votar lo que te dicta la conciencia, no lo que dice la masa, ni lo que quieren tus padres. Es no limitarte a actuar cuando el destino te llama al escenario mundial. 

Independientemente de cuál sea tu meta, debes perseguirla con uñas y dientes. Cuando obras por miedo, cuando vas detrás de alguien, no tienes oportunidad alguna. Para tener éxito, debes hacerlo con actitud de avance continuo, un movimiento insistente hacia la victoria en todo momento. 

Tienes que ser consciente de que no eres como la media. Nunca lo has sido. Eres único. Tienes lo que hace falta para desafiar a la adversidad.

El coraje nos llama a todos. ¿Responderemos? Quizá eso sea demasiado. ¿Podemos responder cada vez mejor? ¿Dar un paso al frente más veces de las que lo damos para atrás? Empecemos por ahí.

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Abandonó la universidad a los 19 años para estudiar con el escritor Robert Greene. Desarrolló una exitosa carrera ligada al marketing y fundó la a... (Lea mas)

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